Stefan Zweig, Romain Rolland
De un mundo a otro mundo
Correspondencia (1910-1918)
Traducción de José Aníbal Campos y Núria Molines
En noviembre de 1914, tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, Stefan Zweig anotó en sus Diarios: «He tenido que escribir a Romain Rolland, necesitaba desahogarme con un amigo. Aquí nadie me entiende: carecen de la voluntad firme de ser justos». Y precisamente ese elevado sentido de la justicia, así como su fervorosa defensa del pacifismo y de los ideales humanistas, unió al futuro Nobel francés con su más fiel discípulo austríaco. Ambos se pronunciaron públicamente contra la contienda, denunciando en sus cartas las noticias falsas, el odio entre naciones y el egoísmo de los que guardan silencio. Esta correspondencia, escrita por dos espíritus afines desde dos países enfrentados, es un testimonio excepcional de la catástrofe de la Gran Guerra y del ferviente deseo de dos de los escritores más lúcidos de la primera mitad del siglo XX de construir una Europa unida basada en la fraternidad entre los pueblos.
Colección: El Acantilado, 483
Tema: Diarios y cartas
Autores: Stefan Zweig y Romain Rolland
Editores: José Aníbal Campos y Núria Molines
Traductores: José Aníbal Campos y Núria Molines
Notas: José Aníbal Campos y Núria Molines
ISBN: 978-84-19958-03-7
Edición: 1ª
Encuadernación: Rústica cosida
Formato: 13 x 21 cm
Páginas: 512
En noviembre de 1914, tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, Stefan Zweig anotó en sus Diarios: «He tenido que escribir a Romain Rolland, necesitaba desahogarme con un amigo. Aquí nadie me entiende: carecen de la voluntad firme de ser justos». Y precisamente ese elevado sentido de la justicia, así como su fervorosa defensa del pacifismo y de los ideales humanistas, unió al futuro Nobel francés con su más fiel discípulo austríaco. Ambos se pronunciaron públicamente contra la contienda, denunciando en sus cartas las noticias falsas, el odio entre naciones y el egoísmo de los que guardan silencio. Esta correspondencia, escrita por dos espíritus afines desde dos países enfrentados, es un testimonio excepcional de la catástrofe de la Gran Guerra y del ferviente deseo de dos de los escritores más lúcidos de la primera mitad del siglo XX de construir una Europa unida basada en la fraternidad entre los pueblos.
Comentarios de la prensa
«Las cartas que intercambiaron Rolland y Zweig no tienen igual en ninguna correspondencia de las dos guerras mundiales: no son dos escritores los que se cartean, sino dos defensores de la humanidad».
Peter Handke
«La correspondencia entre Stefan Zweig y Romain Rolland muestra la dura batalla que ambos intelectuales, afines en su defensa de la paz y el humanismo, libraron contra el odio y la cobardía durante la Primera Guerra Mundial. Un documento que, como anticiparía el propio Zweig, “sirve para todas las épocas”».
Alberto Gordo, El Cultural
«En estas cartas, muy bien traducidas, palpitan las ideas de dos lúcidos intelectuales. Ambos sufrieron el aislamiento y la incomprensión de sus compatriotas, beligerantes y zafios. Pero siempre se tuvieron el uno al otro más allá de las contiendas. Eran idealistas, serios y morales, como lo demuestran sus cartas, intensas, fervorosas y, a veces, no exentas de controversias».
Luis Fernando Moreno Claros, Babelia El País
«En mitad de una Europa consternada por los acontecimientos políticos y obligada fatalmente a tomar las armas en contra de su voluntad, el epistolario de Zweig y Rolland atraviesa algunos de los años más convulsos de nuestra historia, y en él hay lugar para la disensión y el acuerdo, para el enfado y la incomprensión, para la rabia y el júbilo de dos intelectuales comprometidos en resistir el ciclón de la contienda, empeñados en aliviar el dolor de una Europa sacudida por el sufrimiento».
Mario Colleoni, ABC
«En 1910 dos escritores europeos entablaron amistad. El austriaco Stefan Zweig y el francés Romain Rolland se admiraban y el primero, 15 años menor, veía al segundo como un faro intelectual. La amistad se vio sometida a una prueba de estrés cuando estalló la Primera Guerra Mundial, porque oficialmente pasaron a ser enemigos. Sin embargo, los unía el pacifismo y mantuvieron su vínculo contra viento y marea, tratando de contribuir en la medida de sus posibilidades a rebajar el horror en el que se había sumido el continente. Da testimonio de ello su nutrido intercambio epistolar».
Mauricio Bach, The Objective
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