Naturaleza muerta con brida, de Zbigniew Herbert; De lo sublime, de Longino; y La señorita Else, de Arthur Schnitzler, han vuelto a las librerías.
Este extraordinario libro es celebración del arte y de la vida a través de la mirada libre y entusiasta de quien sabe poner en transparencia poética la magia, la intensidad y el detalle de las obras pictóricas que se le ofrecen y la curiosidad por aquellos que las hicieron posibles y su mundo, para, al cabo, acompañarnos por los territorios de la más honda verdad humana.
¿Qué hace de Homero, Platón o Safo autores inmortales? ¿No consistía su arte en la capacidad de despertar en el lector los sentimientos más elevados? Éstas son algunas de las preguntas que plantea De lo sublime, una obra capital de la preceptiva publicada en Roma en la primera mitad del siglo I.
Irónica y amarga, La señorita Else (1924) lleva la capacidad de Schnitzler para dar un completo retrato psicológico de un personaje a una de sus más altas cimas, centrando la atención narrativa en el aislamiento humano y en la trágica separación del yo de su realidad circundante.