Longino fue preceptor literario de lengua griega y publicó al menos tres volúmenes sobre su especialidad en la Roma de la primera mitad del siglo I. Su griego ágil y conciso revela gran familiaridad con el léxico de la versión bíblica Septuaginta y con la terminología estoica. En su magisterio, ignora a los poetas y autores latinos, y sólo Cicerón tiene una cortés mención concesiva. El profundo conocimiento de los textos, el íntimo distanciamiento expresivo, la defensa de la pasión y el mesurado arrebato místico hacen de él un caso eminente e incomparable de la historia literaria. La tradición no ha transmitido su nombre completo y se desconoce su lugar de nacimiento.
 

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