Olga Medvedkova
La educación soviética
Traducción de María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego
En el verano de 1980, pocos días antes de la ceremonia de apertura de los célebres Juegos Olímpicos boicoteados por multitud de países tras la invasión soviética de Afganistán, Liza Klein y su madre abandonan Moscú para pasar tres días en el campo, pero ni siquiera estas breves vacaciones permiten a la joven descansar de la severa educación que le impone su protectora madre de orígenes aristocráticos. A través de la relación entre ambos personajes, la autora revisita lugares olvidados para reconstruir el pasado: ¿qué supone haber nacido y crecido en la Unión Soviética?, ¿en qué consistía aquella «educación» y hasta qué punto era, pese a todo, soviética la que inculcaron a sus vástagos las elites nacidas del deshielo?
Colección: Narrativa del Acantilado, 392
Autor: Olga Medvedkova
Traductores: María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego
ISBN: 978-84-19958-93-8
Edición: 1ª
Encuadernación: Rústica cosida
Formato: 13 x 21 cm
Páginas: 216
En el verano de 1980, pocos días antes de la ceremonia de apertura de los célebres Juegos Olímpicos boicoteados por multitud de países tras la invasión soviética de Afganistán, Liza Klein y su madre abandonan Moscú para pasar tres días en el campo, pero ni siquiera estas breves vacaciones permiten a la joven descansar de la severa educación que le impone su protectora madre de orígenes aristocráticos. A través de la relación entre ambos personajes, la autora revisita lugares olvidados para reconstruir el pasado: ¿qué supone haber nacido y crecido en la Unión Soviética?, ¿en qué consistía aquella «educación» y hasta qué punto era, pese a todo, soviética la que inculcaron a sus vástagos las elites nacidas del deshielo?
Premios
Premio revelación de la Société des Gens de Lettres de Francia en 2014
Entrevistas
Entrevista en Infobae, por Nel Gómez
Comentarios de la prensa
«Un magnífico retrato de la agonía de la URSS, sus rigores y sus trampas».
Antoine Compagnon, Le Monde
«La narración mantiene una tensión atrayente y contenida, provocada por cierto misterio derivado de los secretos familiares que se van desvelando. No faltan la ironía y el humor, un cierto aire de ingenuidad y una inteligencia permanente en la descripción de los sentimientos. A la tensión también contribuye el miedo, porque en aquel mundo cerrado y controlado severamente por un régimen dictatorial todos tienen miedo».
Fulgencio Argüelles, El Comercio

