Ádám Bodor
La sección
Traducción de Adan Kovacsics
En la sección hay frascos cubiertos de barro con las etiquetas rasgadas, y salamis mohosos y resquebrajados. Nada (ni prenda ni producto) puede tener etiqueta propia, y todos llevan las botas cubiertas de barro. Sus internos deberán poner estacas, y mantener muy baja la temperatura de las casas para complacer a las comadrejas, auténticas propietarias del espacio. No hay nada que iluminar, así que no hay iluminación. Y allí ha llegado destinada, no se sabe por quién, Gizella Weisz. Al contrario que en Kafka, en el que solamente uno es el escogido, en este breve e intensísimo relato de Bodor es toda una sociedad quien sufre las consecuencias.
Colección: Cuadernos del Acantilado, 22
Autor: Ádám Bodor
Traductor: Adan Kovacsics
ISBN: 978-84-96489-73-8
Edición: 1ª
Encuadernación: Rústica cosida
Formato: 12 x 18 cm
Páginas: 64
En la sección hay frascos cubiertos de barro con las etiquetas rasgadas, y salamis mohosos y resquebrajados. Nada (ni prenda ni producto) puede tener etiqueta propia, y todos llevan las botas cubiertas de barro. Sus internos deberán poner estacas, y mantener muy baja la temperatura de las casas para complacer a las comadrejas, auténticas propietarias del espacio. No hay nada que iluminar, así que no hay iluminación. Y allí ha llegado destinada, no se sabe por quién, Gizella Weisz. Al contrario que en Kafka, en el que solamente uno es el escogido, en este breve e intensísimo relato de Bodor es toda una sociedad quien sufre las consecuencias.
Comentarios de la prensa
«La sección es un tesoro valioso cuya belleza urge predicar, un palmario ejemplo de cómo el lenguaje literario se acerca a veces a la perfección.»
Jordi Llavina, La Vanguardia
«Bodor concentra en apenas sesenta páginas toda una filosofía sobre la opresión y el sometimiento a las normas impuestas por el poder.»
El Faro
«Unos diálogos concisos y directos que lo dicen todo. Bodor es excepcional.»
Neus Canyelles, Última Hora
“El descenso al estado de animalidad pura en un entorno inhóspito le otorga, por la contención casi metafísica del relato, una profundidad y riqueza espléndidas. En esta novela breve, Ádám Bodor accede a ser una suerte de Samuel Beckett en la Transilvania totalitaria. Un verdadero hallazgo”.
Sergio González Rodríguez, Reforma (México)